Íbamos caminando por una calle muy larga y un poco oscura. Llovía y estábamos cansadas.
Entramos en un bar a tomar un agua. Ella pidió lo que más le gustaba, chocolate con churros.
De repente, mi hermana se quedó quieta y cambió de color, estaba blanca. Miré a mi izquierda y vi en una mesa cercana a nuestra madre.
Mi madre falleció hace cuatro años.
La llamamos por su nombre: ¡Felisa! Y ella negó con la mano, a la vez que decía:
_ No puedo hablar con vosotras, yo ya no estoy en vuestro mundo.
Las dos nos levantamos a la vez para correr a darle un abrazo, cuando de repente noté un fuerte tirón en el brazo, era mi nieta de 4 años que estaba gritándome:
_ ¡Yaya levántate y desayuna conmigo, que tengo mucha hambre.
Mi hermana también ha muerto el año pasado.
Me levanté lentamente y fui a cuidar de mi nieta.
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