En cuanto la vi me encanto ¡que ilusión! ¡qué maravilla! Era una niña tan bonita, tan distinguida....No sabía si llorar o reir. No hice nada, me mantuve quieta, sin palabras porque no me salían de la garganta, se me había quedado pegada la lengua al paladar.
La cogí entre mis brazos, tenía miedo de hacerle daño, era tan delicada, tan pequeña.
Se quedo dormida y la deposite en la cuna. No podía creer que aquel ser fuera mío, pero realmente lo era.
La niña creció y se convirtió en una mujercita. Era encantadora, bonita, educada, responsable, estudiosa. Estaba muy orgullosa de ella.
Era tan feliz que me daba miedo, miedo de perderla, porque no podría vivir sin ella.
Un día llegó muy contenta, me abrazó y me dijo que se había enamorado. En aquel momento me sentí mal porque creí que la perdería. Pero no fue así.
Se caso con un chico estupendo que la quiere mucho. Se les ve muy enamorados. Conmigo se portan muy bien, a menudo cuando vienen a verme, me traen un ramo de flores.
¡Ójala pueda disfrutar de su cariño hasta el fin de mis días!
Mari Rodrigo
Participant
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