Soy voluntaria por que me gusta y porque en el fondo lo llevo como vocación…
Una de mis alumnas me decía hace unos días “qué bien que hay gente solidaria como tú interesada en nosotras, personas ya mayores abandonadas por la sociedad… Qué bonito que nos enseñes, que cada día vengamos al aula con motivación y ganas de aprender como si volvieramos a ser aquellas niñas que fueron limitadas en su niñez a un aprendizaje digno, que nos facilites métodos sencillos y que tengas paciencia”.
Eso me llenó el alma… Lo que yo puedo aportar a estas chicas (de la tercera edad ) no es ni lo mínimo en gratitud que ellas me aportan a mí. No hay palabras para poder describirlo, sólo agradecimiento por hacer posible que sienta esa adrenalina que, a pesar de mi juventud, muchas veces olvido.
Desde aquí quiero escribir unas palabras de agredecimiento para ellas y para todas las chicas y chicos de la tercera edad que viven o han pasado por una situación similar.
El ser mayor y tener muchos años vividos no significa no servir para nada. Tienen derecho a decirdir cómo quieren vivir. No es viejo el que lleva en su corazón el amor siempre ardiente, no es viejo el que mantiene su fe en si mismo, el que vive alegremente, el que piensa que para ser feliz no hay edad, las personas tenemos el don de aprender cosas nuevas cada día, cada segundo, cada minuto.
Son ellos los que tienen mucho que aportarnos debido a su experiencia y merecen respeto y cariño. El cuerpo envejece pero no la actividad creadora del espíritu. Les llamamos viejos cuando tienen más ganas de vivir que nosotros mismos con la juventud por delante….
Gracias… Os dedico mi gratitud por estar ahí y enseñarnos tanto.
María José Rodríguez (voluntària del Col·lectiu Suma)
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